“Albert Camus en su célebre ensayo L’exil d’Hélène afirmaba: L’esprit historique et l’artiste veulent tous deux refaire le monde. Mais l’artiste, par une obligation de sa nature, connaît ses limites que l’esprit historique méconnaît. Reside allí, según creemos, la diferencia ontológica entre el pensador y el artista. El primero encuentra la libertad al final de sus operaciones, en el punto en que la razón agota al universo consumiéndolo. El artista, en cambio, halla la libertad en el inicio, es decir en la información primera y sustancial de los entes. Mientras que en el pensador la libertad no es más que un corolario de la razón al punto en que ésta purifica al mundo de toda huella de ininteligibilidad, el artista encuentra su causa formal en el seno de la libertad misma. De esta diferencia surge que el pensador esconde, casi inexorablemente, al tirano, pues a decir cierto su obra específica es aniquilar toda ininteligibilidad del mundo, incluso al símbolo mismo si éste osara revelarse contra el ordenamiento de la razón. En cambio el artista encumbre al místico, es decir, a aquel, que saltando por encima del mundo de los hechos, reside en el analogado primero que no es otra cosa que en la Univocidad. El pensador ama por efecto de la deducción, casi al modo de una conclusión educida de las premisas racionales, el artista ama por esencia, pues su obrar, sino es la difusividad del bien luminoso”.
“Malvina muriendo en los brazos de Fingal”
circa 1810
Óleo sobre lienzo
Musée Municipal Auguste Grasset Varzy
Anne-Louis Girodet de Roussy, llamado Girodet-Trioson (Montargis, 5 de enero de 1767 – París, 9 de diciembre de 1824)