“Tanto la filosofía como el arte surgen de una fascinación. El verbo latino “fascinare” implica “hechizar, encantar”, y en este sentido bien puede decirse que ambos surgen por el hechizo y encantamiento de la luz. Mientras la filosofía queda hechizada por la inteligibilidad de lo real y por la luz de la misma, que no es otra cosa que lo que llamamos “verdad”, el arte brota del hechizo de la luz misma, que no es otra cosa que el nombre de lo inteligible. Allí donde reside la luz, la filosofía y el arte se encuentran; allí donde reside lo inteligible, la filosofía y el arte entablan un diálogo fecundo”.
“Cristo en la cruz”
Óleo sobre lienzo – circa 1631 – Convento de las Bernardas Recoletas del Santísimo Sacramento de Madrid.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660)