viernes, 25 de mayo de 2012

Publico en este momento el cuarto capítulo

DESCENSO Y ASCENSO DEL ALMA POR LA BELLEZA

                                                  Capítulo IV ­ LA VOCACIÓN DEL ALMA

En el Banquete, después de considerar la fase negativa del amor y su paso de menesteroso que lo conduce a la belleza y al bien que no posee, Sócrates es interrogado por Diotima:
- El que ama lo bello, ¿qué busca en realidad?
- Que lo bello le pertenezca ­ responde Sócrates.
- ¿ Y qué será del hombre, una vez que posea lo bello?

"El David"
Gian Lorenzo Bernini

En este punto Sócrates guarda un silencio dubitativo. Pero Diotima, que conoce bien la naturaleza moral de su alumno, trueca lo bello por lo bueno y repite su interrogatorio.
- El que ama lo bueno, ¿qué busca en realidad?
- Que lo bueno le pertenezca.
- ¿Y qué será del hombre, una vez que posea lo bueno?
- Ese hombre será feliz ­ declara Sócrates ya seguro.

Pero más adelante observará Diotima que no basta poseer lo bueno para ser feliz: es necesario, además, poseerlo para siempre, sin lo cual no sería el hombre cabalmente dichoso. De lo que inferirá luego que "el amor se dirige a la posesión perpetua de lo bueno".
Elbiamor, ese concepto de la felicidad en que Diotima concluye será el que sirva de comienzo a San Agustín cuando busque un día la noción de su Dios en el Palacio de la Memoria.

En el libro décimo de sus Confesiones pregunta:
-"¿La dicha no es lo que todos quieren y a lo que todos aspiran? ¿Dónde la conocieron antes, para quererla tanto? Y no solo se trata de mí ­ agrega ­ ni de un corto número de personas: todos, absolutamente todos quieren ser felices."
Y Agustín dirige a todos esta pregunta:
-"¿ Dónde prefieren encontrar la dicha, en la verdad o en el engaño?
Y todos contestan que prefieren ser dichosos en la verdad. Porque­ añade Agustín-
"he visto a muchos que querían engañar, pero no he visto a nadie que quisiera ser engañado".

Elbiamor, como no ignoras ya la relación de lo bello con lo verdadero y lo bueno, has de comprender fácilmente la duda inicial de Sócrates y la definición de Agustín. Y deducirás que los gestos del alma son los que le dicta su vocación natural. Y su vocación ( palabra que significa "llamado") no es otra que la de poseer a perpetuidad lo verdaderamente bueno. Ahora bien, esta conclusión trae consecuencias dignas de ser estudiadas por la tortuga razonante. Pues, quien dice posesión dice reposo de la voluntad, puesto que nadie se fatiga buscando lo que ya posee; y quien dice posesión perpetua dice reposo perpetuo. Y atención ahora. El reposo perpetuo es dable sólo en la posesión de un bien concebido como único, fuera del cual no existieran otros bienes; el alma se movería sin cesar del uno (el adquirido) al otro (el por adquirir), y su voluntad así agitada no tendría la quietud o reposo con que sueña. Y además ese bien único tendría que ser infinito, puesto que, si tuviera fin, acabaría con él la posesión, y con la posesión el reposo del alma. De lo cual has de inferir, Elbiamente, que la vocación del alma es la de una dicha perpetua lograda en el descanso que da la posesión infinita del bien, y de un bien que necesariamente debemos concebir como Uno y Eterno. He ahí como, por la simple noción de su anhelo, el alma logra tocar la noción de un bien cuyos adjetivos no sabrían convenir sino a Dios. Y he ahí cómo, al descubrir su vocación por la felicidad, Agustín no está lejos de dar con la esencia del Dios que busca en el palacio de su memoria, un Agustín "reminiscente" como Platón.

Ya te dije que captar la belleza es captar al "ser" mismo como verdadero ante la intelección, como bueno ante la voluntad y como deleitable al fin en su posesión. Luego, la beatitud es también un "trascendental" : nos lleva desde la beatitud relativa que nos ofrece la criatura participante del "ser" hasta la beatitud absoluta del Creador, el cual, por su naturaleza de Ser Absoluto, infinito y eterno, es también la Beatitud absoluta, infinita y eterna que va buscando el alma. Y esa vocación del alma es la vocación de su destino sobrenatural y su sed legítima. Y el alma, en todos los gestos que cumple, gira sobre su vocación como la esfera sobre su eje; de modo tal que se podrían definir los errores humanos como respuestas equivocadas que da el hombre a la vocación de su destino. ¿De qué naturaleza es el error del alma? He ahí lo que me propongo averiguar ahora.

"Los horizontes del alma...siempre vastos"
"Escena Salvaje" - Thomas Cole - circa 1831

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